El día del Adulto Mayor, fue celebrado en el Hogar de Ancianos Municipal con alegría, música y, fundamentalmente, con la conciencia clara de tener el deber de velar por los abuelos que allí residen. Entre discursos, cuentos y música, el ambiente se fue preparando para hacer de esos momentos, instancias únicas, irrepetibles. Los abuelos, acicalados, expectantes, dispuestos a recibir el agasajo preparado, fueron acompañando la propuesta hasta sentirse protagonistas únicos, destinatarios legítimos de cuanto se había preparado para la ocasión. Verlos era comprobar que ansiaban ese tiempo compartido, que volvían de un desierto de atenciones... Carlos Viera, es el encargado del Hogar. Un hombre sorprendido por emociones diferentes nacidas desde el fondo de esos ojos cargados de vida e historias, de alegrías y sinsabores, de amores y desamores, de encuentros y partidas que no supo o no pudo soslayar y las sumó a sus momentos, a sus vidas. Tiene 31 pares de ese tipo de ojos mirándolo, buscándolo y no duda en expresar que "desde que me hice cargo el 24 de Agosto, es algo muy nuevo, muy lindo, nunca viví algo como esto y no me gustaría dejarlo" y rápido, sin pensarlo, solo sintiéndolo, agrega "yo quiero seguir, me encantó; ellos (los viejitos) son divinos". Recordar como encontró el lugar al hacerse cargo de él, le provoca cierto escozor pero señala "esto estaba triste, había mucha separación, muchos de los abuelos no se conocían entre ellos, no había ningún tipo de actividad ni física ni social" y aunque actualmente se ha instrumentado una serie de acciones para que los abuelos hagan ejercicios y desarrollen una vida plena, "seguimos intentando nuevas propuestas porque se acostumbraron a lo pasado y les cuesta tener libertad, te preguntan a cada rato si pueden o si deben", las respuestas siempre son las mismas "esto es suyo, esto es un hotel, ustedes son los que pagan nosotros tenemos que cuidarlos, pero les cuesta entender eso". Fuera, en el predio, varios perros seguían los acontecimientos a través de los ventanales pero, adentro, un perro, en particular, acompañó todo el desarrollo de la fiesta a uno de los abuelos por lo que llamó la atención, Viera explicó que "se llama Perdido, es de don Sosa que tiene casi 95 años, es su compañero, obviamente se queda con él y si hoy por hoy, le sacás ese perro, lo matás". La pregunta obligada era "si tuvieras que pedir algo, en este momento, al Intendente para este hogar, ¿qué le pedirías?. La respuesta fue inmediata, tajante: "más viejitos". ¿La razón? Hay espacio, hay ganas, hay compromiso.